El Bologna tiene la suerte de tener uno de los campos de fútbol más curiosos del Calcio italiano, y es que el Stadio Renato Dall’Ara -llamado así en honor al presidente que más años estuvo en el cargo- luce con orgullo la Torre di Maratona, un llamativo torreón que descansa en el graderío de enfrente de la tribuna principal. Pero además, lejos ya de lo estrictamente deportivo, en este coliseo olímpico se vivió un suceso que estuvo a punto de cambiar la historia tal y como la conocemos.
El 31 de octubre del año 1926 fue el día elegido para inaugurar de manera oficial el entonces llamado Stadio Littoriale, una celebración a la que asistió Benito Mussolini, Primer Ministro de Italia y líder del Partido Nacional Fascista. La jornada tuvo como maestro de ceremonias a Leandro Arpinati, político y amigo personal de Mussolini, que se encargó de que todo fuera como la seda… hasta que todo dejó de ir como la seda.
Al término de los actos, Arpinati y Mussolini abandonaron el Stadio Littoriale en un coche descubierto que les llevaría hasta la estación, pero al llegar a la altura de la Via dell’Independenza, ‘Il Duce’ sufrió un atentado. Anteo Zamboni, un mensajero de solo 15 años, aguardaba entre la multitud para disparar contra Mussolini, pero el destino y su no tan buena puntería hizo que la bala no llegara a impactar en el líder del PNF, rozando únicamente el cuello de su camisa antes de acabar atravesando la puerta del vehículo.
«El disparo partió la banda de San Maurizio -regalo de Umberto Puppini, alcalde de Bologna- y un trozo del uniforme a la altura del pecho, atravesando luego la manga del elegante traje del propio Puppini, presente también en el vehículo», narraban las crónicas de la época. Los que no fallaron fueron los simpatizantes de Mussolini agolpados en la calle, que se abalanzaron sobre el muchacho y lo mataron sin piedad: 14 puñaladas, una herida de bala y signos de estrangulamiento, según esas mismas crónicas.
Justo tres años después de este hecho histórico se concluyó la construcción de la Torre di Maratona en el Stadio Littoriale; y a sus pies, descansando durante años, se erigió una escultura ecuestre de Benito Mussolini. Ni qué decir tiene que el ahora llamado Renato Dall’Ara ya no tiene la figura del dictador, pero el torreón sigue convirtiéndolo en uno de los estadios de fútbol más curiosos y con más historia, ¿porque seguimos hablando de fútbol, no?
Imágenes: Getty Images, Infobae
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