Por desgracia para los aficionados al fútbol los ultras de la Lazio no necesitan prácticamente presentación, ya se han encargado ellos mismos de darse a conocer con actos lamentables, a cada cual más vergonzoso. El último de ellos ocurrió el pasado mes de agosto, en la primera jornada de la temporada de la Serie A, un partido que enfrentaba al conjunto romano con el Napoli.
En los aledaños del Stadio Olimpico e incluso en varias zonas del graderío se repartieron una serie de papeletas con un mensaje machista de lo más rancio. Firmado por ‘Diabolik’, capo de los Irriducibili, uno de los grupos ultras de la Lazio con más presencia en la Curva Nord, el escrito íntegro decía lo siguiente:
«La Curva Nord representa un lugar sagrado para nosotros. Un ambiente con un código no escrito que hay que respetar. Las primeras filas siempre las hemos vivido como en una trinchera y dentro de ella no admitimos mujeres, esposas o novias, a las que invitamos a sentarse a partir de la fila diez. Quien elija el estadio como una alternativa a una tarde romántica en Villa Borghese, que se vaya a otro sector del estadio».
Es mucho suponer que alguien quiera cambiar una tarde con su pareja en uno de los sitios más bellos de Roma por vivir un partido de fútbol en el estadio teniendo cerca a estos energúmenos. Pero lo peor no fue el contenido de este mensaje, sino las excusas baratas y prehistóricas que expusieron los Irriducibili para tratar de explicar los hechos cuando les abordó la polémica.
«No tenemos que pedirle perdón a nadie. No estamos en contra de las mujeres, pero tenemos derecho a regañar a las que no quedan bien como tales. Borrachas, aturdidas, que en un contexto masculino como el nuestro, que ya es difícil, solo dan problemas. Hay mujeres que con tal de sacarse un selfie ahí abajo están dispuestas a dejar solos a sus hijos, que pueden ser aplastados en las aglomeraciones o celebraciones propias de esta zona del estadio. Nos gustaría responder de manera franca, pero la hipocresía y vuestra realidad virtual va más allá de nuestra lógica».
Es decir, no se limitan solo a querer decidir dónde se sientan o no las mujeres, también creen tener derecho a llamarlas la atención «si no quedan bien como tal» -que alguien me explique ese concepto-. Además las juzgan como madres y ponen en tela de juicio el estado en el que acuden al Olímpico. Todo eso en dos comunicados tan escuetos como deplorables.
Pero este suceso es solo uno más de un largo y triste historial. El año pasado los ultras de la Lazio, aprovechando que comparten estadio con su máximo rival, la Roma, abandonaron su habitual Curva Nord para ocupar la Curva Sud -espacio reservado para la afición giallorossa- y empapelar esta zona con pegatinas de Ana Frank vestida con la camiseta de la Roma, un chiste que por suerte solo ellos entendieron.
Nada nuevo y nada que no resulte raro -aunque parezca difícil de creer- en una afición que durante años tuvo como ídolo a Paolo Di Canio, un jugador que celebraba los goles dirigiéndose a los ultras con el brazo en alto.
Imágenes: Getty Images
Deja una respuesta